Desde que nació mi hija nº 2 mi vida ha cambiado profundamente, y no por su culpa, pobrecilla.
Hablando de mi pequeña y de la culpa, el otro día me tiré con ella por un tobogán, y no preguntes cómo, se fracturó la tibia. Así que en casa la tengo, con una escayola que pesa más que ella. Me sentí culpable y luego se me pasó. Nada más que añadir.
El caso es que me dan miedo muchas cosas desde que Luna, que así se llama, llegó al mundo.
He ido a la psicóloga a gestionarlos y la verdad es que estoy mejor, mucho mejor. Aprovecho para el asunto de promocionar mi profesión: señoras, si no están bien, busquen ayuda. De verdad. No es necesario estar mal.
Sin embargo, no suelto la sensación de ser una ‘desgracias’: si no es la pandemia, es el covid en casa directamente, cuando todo parece que mejora, un volcán; cuando se apaga el volcán, estalla una guerra, y sin haber terminado esta última, la niña se me fractura una tibia. Con 15 meses. *Insisto: si no estás bien, que sería lo más normal dadas las circunstancias, ve a un puñetero psicólogo o psicóloga; puede que te vaya la vida en ello.*
Lo bueno de todo esto es que he decidido tomármelo con humor. Es lo que haces cuando asumes que absolutamente casi todo escapa de tu control. Así que sigo cuentas en Instagram como la de Alicia Layunta, Malasmadres o Celeste Barber y, sin saber muy bien lo que deparará el mañana, hoy me voy a reír.
Así que cuando llegue a casa esta tarde, me tomaré una cerveza con el último rayo de sol y si se me ha complicado mucho el día me esforzaré por reponerme y pensaré:
Bueno, tranquila, siempre podrá ser peor.