En honor a Jane Birkin

Estoy envuelta en una toalla blanca con otra en la cabeza, recostada en el sofá de casa, disfrutando de teclear en mi portátil y definitivamente pensando en Jane Birkin.

Oí hablar de ella hace mucho tiempo, leí acerca de su iconicidad en varias ocasiones; y sin embargo fue en una noche de insomnio de hace pocos meses cuando me enamoré de ese híbrido de francesa – inglesa absolutamente encantadora.

Tampoco diré que me se su vida. Sería mentir abiertamente, y yo no miento.

Sobre las 2,00am de la madrugada estaba viendo vídeos humorísticos en instagram de una mujer excepcionalmente graciosa que parodia a sus hijxs pequeños. Intentaba reírme en silencio con cada nuevo reel -es el nombre que reciben los vídeos cortos de instagram- cuando empezó a reproducirse uno que no era gracioso, era una entrevista. Aquella mujer, que para mi es inspiración por lo bella y por lo cómica, dijo que su propia inspiración era, entre otras, Jennifer Aniston y Jane Birkin.

Por supuesto que admiro a Gloria Steinem, Chimamanda o las mujeres indígenas que ponen el cuerpo en las luchas por sus derechos en Latinoamérica. Pero no siempre puedo -ni quiero- hablar de derechos o pelear.

Así que me alegré de que aquella americana y yo compartiéramos referentes superficiales -como J. Aniston- y me pregunté si coincidiríamos también en la otra, que me sonaba pero no mucho.

Yo, fan de Rachel de Friends y sin un ápice de sueño, me metí en Pinterest para ver quién era y qué tenía de especial esa tal Jane.

Descubrí a una mujer blanca, con un flequillo precioso e imperfecto, esbelta y risueña, con un je ne sais quoi chispeando por sus ojos y unos looks perfectamente sencillos presididos siempre por un bolso enorme de mimbre que igual le acompañaba al mercado que al festival de Cannes.

Descubrí que era británica pero que se mudó al París bohemio con 20 años, donde conoció al amor de su vida, quien la descubrió como artista y con quien cantó el famosísimo himno al erotismo ‘Je t’aime… moi non plus’.

Hace unos días, Jane Birkin falleció en París, la ciudad en la que vivió desde los años 60.

Y yo recordaba esta mañana todas las fotos, los vídeos y los artículos leídos sobre ella desde que la re-descubrí aquella madrugada. ¿Que qué tenía de especial?

Jane Birkin me hizo sentir comprendida.

Mi sensación de que Francia, y en concreto París, es el lugar al que pertenezco, es donde más a gusto estoy en el mundo, es algo que siempre me había avergonzado.

Soy de un pueblo pequeño de la sierra de Madrid, claro que me encanta París, como al resto de las personas que lo conocen. ¿Por qué habría de sentirme diferente a ellos?

No lo se, pero la señora Birkin nació en Reino Unido y una vez se mudó a París, se quedó allí. La entiendo perfectamente. Y se que ella me entendería a mí.

Por otro lado, siempre he vuelto al flequillo, pero también le he desterrado durante mucho tiempo de mi vida porque no era perfecto, porque se movía. Porque soy de pueblo y aquí no se entiende nada más que el maldito statu quo; un flequillo que se abriera no entraba en los planes de nadie.

https://woman.elperiodico.com/lifestyle/2023/07/17/jane-birkin-mejores-fotos-musa-89972399

Yo siempre pensé que el viento es algo con lo que debemos contar, y que por tanto, el flequillo se abriría. Aun así, he pasado mucho tiempo sin flequillo por no llamar mucho la atención, por evitar los señalamientos, por no ser demasiado diferente. Y ahí estaba ella, con su flequillo más o menos largo, abierto, movido por el viento o mojado por la lluvia, pero flequillo al fin y al cabo. Aplíquese esto a cualquier ámbito.

Y qué pasa con el sujetador? Que no es obligatorio, que hay que contar con los pezones, y que es precioso el pecho femenino, que por qué intuir una forma artificial pudiendo intuir la realidad. Jane lo sabía 60 años antes que yo y así lo mostró.

Por eso cuando la vi, sin sujetador, con flequillo y británica pero enamorada de la misma ciudad que yo, me sentí comprendida.

Se lo superficial que podría parecer esto, sin embargo, en mi vida ha sido totalmente revelador descubrirla.

Llevo unos meses planeando irme de aquí. No encuentro la forma ni el apoyo y probablemente no ocurrirá pronto.

Pero, en honor a Jane Birkin, vestiré bonito, llevaré flequillo en vez de sujetador, sonreiré a la cámara y viajaré a París tanto como me sea posible, hasta que un buen día me quede allí.

Y yo no miento.

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