JJOO, vigilancia y locas everywhere.

No estoy siguiendo los juegos Olímpicos, la verdad. Tengo piscina en casa. Cuando mis hijxs tienen todas las necesidades básicas cubiertas y están más o menos felices, corro a darme un chapuzón -contrarreloj por supuesto porque rápidamente uno se cagará, la otra despertará o cualquier catástrofe natural ocurrirá-. 

Así que todo lo que pasa en Tokio me llega bien por IG bien por Twitter, o en el peor de los casos, por la tele. 

Y en referencia a esto, nada nuevo, ¿no? Mujeres hipersexualizadas con vestuarios absurdos, hombres acaparando la atención de ellas (la ex del presentador Nosequién, la rubia que venció a Fulano Con Nombre y Apellidos), la conciliación vergonzosamente inexistente, etc.

En realidad sí hay diferencia con otros juegos olímpicos. La diferencia está en la denuncia. Ahora somos muchxs quienes nos quejamos de que esto siga ocurriendo. Ya en los anteriores nos enfadamos y denunciamos las portadas de la prensa o los titulares en los telediarios, y ahora estábamos vigilando. 

Pero no porque sean los juegos olímpicos, sino porque una vez eres feminista, te saltan alarmas por todas partes, coño.  ¿Cómo no íbamos a vigilar un evento a nivel mundial de semejantes características? 

Además, me habría encantado estar aquí diciendo eh! Hemos vigilado en vano, ni una pizquita de sexismo en los JJOO! Todo ok! Pero no ha sido así (sorpresa). 

Misoginia, misoginia everywhere. 

La idea que yo tengo en la cabeza es: si señalo en los JJOO algo que está mal, que atenta contra los derechos humanos de las mujeres, o de las personas racializadas, o de las personas LGTB, será fácil que quien no se había parado a pensar en ello, lo haga. Minipunto y punto para mi. 

Sin embargo HOY tenemos un grave problema: todo lo que decimos se usa en nuestra contra por un porcentaje altísimo de personas. Y lógicamente yo no escribo o hago activismo solo para aquellxs que ya piensan más o menos como yo, sino que pretendo mostrar una realidad a quienes aun, sin querer seguramente, son cómplices de los opresores. 

El problema es que esos opresores han recuperado un antiguo discurso que de nuevo coge fuerza: ESTAMOS LOCAS. Vemos machismo por todas partes.

Ya no es una mujer, lesbiana, con el pelo corto en un ayuntamiento de Cataluña, señalada desde su juventud, gritando que lo personal es político. Ahora somos muchas, con pelos o no, largos o cortos, lesbianas o no, con gritos o con escritos, con 20 o con 40, diciendo que efectivamente, aquella señora tenía razón: lo personal es político, no queremos llevar bragas para practicar un deporte que ellos practican con pantalones anchos, hay que hablar de Paula Badosa como tenista, no como ex de nadie y el maillot es solo una opción más.

Pues sí, vemos machismo por todas partes porque lo hay. Y si no eres capaz de revisarte, de pensar de qué estamos hablando, por qué estamos enfadadas y parar a escucharnos, formas parte del problema. Un problema que indirectamente también te afecta, por cierto. 

Así que yo sigo vigilando. Y como diría la guapa de Henar Álvarez: loca, mi coño.   

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