En cada cultura se enseña a mirar la vida de una forma concreta, y esa es la forma que a cada uno nos parece la natural, la buena y la normal. Pero si miramos otras culturas veremos que a esas otras gentes les parece normal, bueno y natural otras cosas bien distintas, vaya, lo que su cultura y sociedad les ha enseñado.
Recuerdo de pequeña que cuando algún adolescente `venidito arriba` soltaba un eructo en la mesa, mi abuela o alguien con autoridad (y edad) le reñía. Entendí que eructar estaba mal. Sin embargo un buen día mi padre me dijo que había otras culturas en las que eructar significaba que la comida había gustado. Entonces entendí que en mi casa, eructar estaba mal. Pero que había casas en las que no.
Parecerá una estupidez, pero el pensamiento crítico se entrena así, a base de poner sobre la mesa evidencias que te demuestran que la verdad, en realidad, es tu verdad; que otras personas tienen otra/s verdad/es.
Ocurre con todo y este quizá sea un buen momento para reflexionar sobre el tema.
Yo tengo una hermana, y rápidamente, en cuanto fui a la escuela, me di cuenta de que, en contra de lo que yo creía, no todo el mundo tenía una hermana. Algunos tenían más de una, otros ninguna, otros tenían hermanos, etc. Eran diferentes a mi, ni mejores ni peores.
Más adelante, me di cuenta de que había dado por hecho que todos mis compis vivían con su padre y su madre en casa, hasta que los de mi mejor amiga se separaron. Simplemente lo acepté como una posibilidad más.
Podría seguir con 20000 ejemplos de este tipo pero creo que ya se me entiende. La evidencia. Tener delante de los ojos la prueba de que lo que tú piensas es erróneo y, en consecuencia, ajustar nuestras creencias a la realidad objetiva.
Si hacemos caso a la realidad que tenemos delante será difícil que nos la cuelen con datos falsos y generalizaciones que solo buscan o bien el confrontamiento o bien la distracción.
Por eso es importante educar a nuestrxs hijxs en el pensamiento crítico, ni en habladurías ni en la normal social. Porque esa norma no es buena ni natural. Solo es lo habitual en esta zona geográfica concreta del planeta. Ni más ni menos.
Lo que debería ser universal es el respeto, la tolerancia, la solidaridad y la lucha contra la discriminación. De hecho, así reza en la declaración de los derechos humanos.
Esos son valores en los que puedes educar a tu hijx, vivas donde vivas y nazca donde nazca, sin miedo a equivocarte.
Junto al desarrollo de un pensamiento crítico, estos valores son la base de una sociedad -de momento utópica- en la que ‘el hombre no sea un lobo para el hombre’.