Necesito que me ayudes.
Solicitud de mensaje.
Iba camino de mi coche cuando leí la notificación. Abro el perfil con curiosidad: foto de perfil que no me dice nada y un amigo en común. Es uno de los chicos que acaba de estar en el cumpleaños del que me he escabullido porque no me sentía en mi ambiente.
Y porque estaba deseando llegar a casa y hacerme un moño, todo sea dicho.
La verdad es que era mono….
Y: Ayudarte, ¿cómo?
X: Sabía que eres buena persona…
Y:¿Qué te pasa?
X: Me he quedado hipnotizado mirándote toda la noche, tienes que despertarme…
Y: Jajajaja ¿qué dices?
X: ¿Ha sido muy cursi?
Y: Un poco, la verdad.
X: Perdona es que no sabía muy bien cómo hablarte… ¿ya estás en casa?
Y: Estoy llegando al coche.
X: ¿Te importa esperarme?
Y: Esperarte, para?
X: Me gustaría verte antes de que te fueras y hablar contigo. Prometo no ser tan cursi.
Tenía muchas ganas de llegar a casa y dormir. Pero, ¿cuánto tiempo hacía que no ligaba? Y X era muy guapo.
Y: No tardes porfa.
Mientras llegaba, comprobé que estaba presentable y me quedé apoyada en el coche intentando parecer todo lo sexy que me permitía mi cansancio.
Cuando X se acercaba, pude notar una seguridad que antes no había advertido. Y su olor. Qué olor.
Cuando llegó colocó su mano en mi cintura y me dio un beso en la ¿mejilla? Demasiado cerca de mi cuello y mi oreja como para ser un beso inocente. Y me susurró:
X: Desde que he llegado no he parado de pensar en lo difícil que tiene que ser quitarte ese vestido.
Un escalofrío recorrió mi piel. Y una risa tonta salió de mi boca.
X: He decidido que no quiero quitártelo. Te queda muy bien.
Me quitó las gafas. Y mientras seguía susurrando las cosas más hot que me han dicho nunca, lentamente, empezó a subir mi vestido con la patilla de mis gafas. Cuando había llegado al minúsculo tanga, yo ya estaba empapada. Soltó las gafas y, mirándome, apartó el tanga y empezó a tocarme.
Cuando estaba a punto de correrme, paró. Me dio la vuelta.
Noté su erección en mi culo. Puso mi mano sobre ella y empezó desde atrás a rozarme y a tocar mis pechos.
Nunca, en mi vida, había estado así de excitada. Y mucho menos en medio de la calle.
Necesito que me folles, le susurré.
Obedientemente, se separó de mí, arqueó mi espalda y noté como me atravesaba su dura y caliente polla.
Creía que me iba a derretir cuando, de repente, paró.
X: Viene gente. Disimula.
Bajó mi vestido y nos subimos al coche.