Me sorprenden muchas cosas en esta vida; entre ellas, mi ingenuidad. Y por mi ingenuidad, otras tantas. Entre ellas, los papás-casados-ligones. Películas sobre esto hay pa’ una boda. Pero en la realidad es como algo ajeno, que nunca te toca, de hecho nunca me ha tocado, pero a una muy amiga mía, SÍ. Y yo, ‘patidifusa pasiempre’ en la terracita, mientras ella nos contaba las hazañas del papi que aquí os traigo…
Pues resulta que mi querida Rita, llamemosla así, coincidía en el gym con este hombre. Lo que pasa es que Rita se cansa rápido de los gimnasios.
Esto fue una fantástica excusa para que Pepito, llamémosle así, preguntara en el gym por mi amiga cuando ésta empezó a sufrir su ‘pereza-vital-de-siempre’; así consiguió su teléfono. La escribía por Whatsapp para saber por qué no iba, para quedar a tomar algo, etc. Rita le daba unas educadas pero clarísimas largas, y aquí tendría que terminar mi relato.
Sin embargo, como pasa normalmente Y APROVECHO PARA REIVINDICAR FUERTE QUE NO ES NO, y CUANDO NO ES ‘SÍ’ TAMBIÉN ES NO, Pepito no se rindió, y fue con ‘to lo gordo’ a pedirle a mi Rita querida una foto en bikini.
¡¿Cómo dices, muchachote?! Que lleva meses, MESES, diciéndote que no, que pasa de ti, ignorándote abiertamente o contestando con monosílabos. ¿Eres corto de entendederas? ¿Acaso crees que se está haciendo la dura? Porque si es esto último, me respondo yo sola: eres un gilipollas.
Claro, Rita se enfada y le responde que si le gustaría que su mujer se enterara de esa conversación, que no le va a mandar nada, que debería estar a otras cosas.
Y entonces él, que es la-polla-montada-a-caballo, le dice:
‘uy, en el gym parecías más simpática, no sabía yo que fueras tan seca’.
Parece que no terminan mal de todo por el miedo de Pepito a que Rita cumpla la amenaza de hablar con su mujer. Hubo un whatsapp-block de por medio y poco más.
El caso es que tras unos meses de todo esto, estábamos nosotras sentadas en una terraza, tomando unos refrigerios, cuando pasa don Pepito&family (porque sí, también tiene un par de herederas) y saluda con la cabeza a Rita. Claro, las demás, de esta peli, ni idea. Y Rita nos la empieza a contar…
De repente, mientras flipábamos como vosotros ahora, le llega un mensaje de Whatsapp. ¡Bingo! Era Pepito, que apenas cruzó la esquina, la escribió, no sé con qué excusa, delante de su mujer: ‘Hola, qué tal? a ver si tomamos algo un día, que me caes bien y nosequé mierda más’. Mi amiga, creo recordar, no le respondió. Bien hecho, Rita.
Esta bonita historia acaba aquí, otro par de meses después de este encontronazo, cuando, en una terraza cercana a la anterior,estando mi otra amiga Federica y yo poniéndonos al día, aparece Pepito&co. y se sientan a nuestro lado.
¿Que qué cara se nos quedó?… Preguntadle a Fede.