Podría ser perfectamente un día de esos que no paro ni para hacer un pis, porque así han sido los días del último año. Sin embargo hoy he descansado, he comido a placer, he disfrutado de mi hijo, he practicado sexo –del bueno–, he leído un libro al que le tenía muchísimas ganas y ahora estoy sentada en la terraza de la habitación de un hotel frente al mar sin madrugón previsto para los próximos días.
Ha sido una temporada de flipar. O sea, cómo explicarlo:
- Di a luz un mes antes de los exámenes del primer cuatrimestre,
- me incorporé a un nuevo trabajo a una semana de la defensa del TFG, los exámenes del segundo cuatri y el fin de las prácticas (virtuales, amiguis; de momento no me puedo clonar, así que las hice desde casa).
- También he pasado el verano trabajando, criando a mi pequeño y estudiando dos asignaturas divinas con exámenes complicados que, de superarlos pondrían punto y final a mi carrera de Psicología.
Y… aguanten la respiración: lo he conseguido. Carrera terminada y yo, viva.
Lo que me indigna bastante es que miro para atrás y pienso: ‘pues tampoco fue taaaanto esfuerzo, algunos días dormiste menos, otros madrugaste más, vamos, lo de siempre’. Pero sí tiene mérito. Claro que lo tiene. Y mi recompensa es este día que he vivido hoy y los que me quedan aquí.
Luego volverá la rutina, que la muy zorra ya asoma la patita por debajo de la puerta. Y la verdad es que por una parte, fenomenal: niño escolarizado = padres con algo de tiempo. Por otra parte, cagada: círculo sin fin de trabajo y frío.
Y como el tema del trabajo da para un post entero, os dejo unas conclusioncillas de todo esto y me voy (haciendo la croqueta, por supuesto) a la cama con los dos muchachitos de mi vida:
- EMPIEZA A VALORAR(TE) LO QUE HACES.
- ROMA NO SE HIZO EN DOS DÍAS. Ni en dos años.
- FRENAR UN POCO ESTÁ BIEN; QUEDARSE A VIVIR EN EL DESCANSO, CACA.
Desde la playa, con amor… Buenas noches!
Imagen destacada: USA Today