De tés y de charcos

Me he recalentado el té unas diez veces hoy ya. Y ayer hice lo mismo.

Mi historia con el té es bastante reciente. Hace mucho tiempo que envidio el saludable-hábito-de-tomar-té en lugar de un refresco pero no era capaz de hacerme con esa rutina. La maldita coca cola light me tiene enganchada desde que recuerdo. Desayuno, como, meriendo y a veces ceno con coca cola light.

De pequeña, cuando me tenía que poner de puntillas para llegar a la segunda balda de la nevera, ya tomaba un trago o dos de la lata que mi madre dejaba abierta ahí.

Así que he decidido aferrarme con uñas y dientes al saludable-hábito-de-tomar-té.

Están pasando varias cosas:

  1. por un lado, que la cocacola empieza a saturarme.
  2. Por otro lado, sigo necesitándola a diario, pero me cansa o me hincha mucho antes.
  3. Lo mejor es que me estoy acostumbrando al sabor del té, al menos de este que me he comprado.
  4. Lo malo es que se me enfría enseguida y tengo que recalentarlo. ¿Problema? Creo que estoy comiendo mucho y en realidad no estoy comiendo nada. Es el mismo vaso de agua con hierbas a lo largo de toda la mañana. Me di cuenta ayer, cuando me rugía la tripa a eso de las 14h y yo no entendía por qué.

En otros ámbitos de la vida me está pasando un poco parecido. Digamos que me he tirado a algunos nuevos charcos y obviamente, esto ha tenido consecuencias.

Algunas, buenas. Otras, regulares. Y no me estoy escapando de las malas, por supuesto.

  • Lo bueno de tirarse a los charcos, que es una metáfora bastante acertada de lo que está siendo mi vida últimamente, es que te diviertes. La adrenalina de mojarte o no, el sonido que hacen las botas en el barro, el mero hecho de saltar ya es divertido; salpicar, jugar con quien se preste a ese juego, sentirte en la misma onda que esa persona, aunque sea en ese ratito, siempre corto y efímero, de jugar con el agua.
  • Lo regular son los imprevistos más leves, yo diría. Puedes mancharte donde no querías mancharte, puedes hacerte daño al saltar en terreno irregular, puede que no te apetezca seguir saltando con esa persona, que prefieras hacerlo sola; puede que empiece a entrarte frío y cansancio.
  • Lo malo de tirarse al charco es cuando a alguien le molestas. Tú querías divertirte pero justo alguien necesitaba pasar por ahí y le has salpicado, o le has asustado, o no le estás dejando pasar y lleva prisa. También es malo caerse de culo y mancharse muchísimo.

Creo que me ha pasado eso. Creo que me he caído de culo y me he manchado de barro los pantalones y las manos. Lo peor es que se me empieza a meter el barro por las botas, me va llegando a los calcetines y odio tener los pies mojados. Y sucios.

Creo que me voy a levantar, y con toda la dignidad posible, llegaré a casa, me daré una ducha, echaré todo a lavar y me prepararé un té.

Ahora tengo que pensar sobre si volveré a saltar charcos o si a partir de ahora los esquivaré. No se cuánto tiempo me llevará la reflexión, pero supongo que me tocará recalentar el té unas diez veces.

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