Esta última semana, además de empezar el año nuevo, me han pasado cosas:
Me ha pasado que, sin darme cuenta he tenido tres quedadas con amigas.
Me ha pasado que voy cogiendo cariño a gente nueva.
También me ha pasado que voy soltando el cariño que le tenía a gente vieja.
Me ha pasado que he pedido un traslado y a la mierda tragar con todo.
Me ha pasado que he marcado objetivos y los he conseguido.
Me ha pasado que he llorado abrazada a mi madre y ahí acabaron los problemas.
Me pasa que me cuesta madrugar pero disfruto de hacer las cosas cada vez mejor.
Me pasa que estoy tomando conciencia de la velocidad a la que crece mi hijo.
Me pasa que no aguanto mierdas por quedar bien con nadie.
También me pasa que me autorregaño por pensar que más adelante todo será más fácil cuando, en el fondo nada es demasiado difícil ahora.
Me pasa que echo de menos a gente a la que hace tiempo no veo.
Me pasa que no encuentro el momento para hacer(me) fotos, con lo que me encanta.
Supongo que me pasará que echaré de menos bailar.
Me pasará que recordaré esta época como extremadamente dura y no entenderé cómo fui capaz.
Me pasará que exigiré relaciones de calidad, y eso significará risas a todas horas, conversaciones interminables, vino y queso.
Me pasará que seguiré siendo tan pasota como hasta ahora y todos los días me repetiré a mi misma que debería escribir más a quienes quiero.
Luego también me pasará que escribiré a quienes quiero, pero aleatoriamente: a veces sí y a veces no. Y diré que eso es lo bonito, escribir porque sí, sin pensármelo mucho.
Me pasará que querré agradecer a mi padre por todo y no encontraré la forma.
Esta semana me han pasado cosas, pero pensándolo bien, me pasan cosas todas las semanas.
Lo que no hago todas las semanas es parar a contemplarme, a preguntarme ‘cómo lo llevas?’, y no es por nada, pero qué bien sienta ver que aunque la vida te lleva por donde quiere, eres capaz de disfrutar, aprender y mejorar en cualquier circunstancia.
